Es la tarde y aquí
te espero,
tu cuerpo en las nubes se aleja,
y,
cómo acierta con su ponzoña errante
el desespero que gotea día y noche!
Esta tortura inquisidora
es cruel y sombría como el frío que
aterra a los hombres,
pues se parece a un pincel que
se ha robado tu rostro
para esparcirlo en los rostros
de seres ajenos;
Es la tarde y aquí
te espero;
el día se acaba
y el sol lame
con su lengua candente y áspera
los últimos techos de la ciudad
sin ti…